miércoles, 11 de mayo de 2011

INCULTURA DE DISEÑO

Hace unos años participé en una cata de vinos, bueno, más bien en una clase didáctica de aprender a catar vinos o por lo menos los primerísimos pasos para intentar comprender un poco este mundo complejo del preciado líquido.
Después de aprender a diferenciar sabores partiendo de olores básico como el limón, la frambuesa etc., el caballero que nos instruía nos largó algo que me hizo meditar._El vino es algo cultural, es decir, hay que aprender a saber cuando un vino es bueno o realmente bueno. Sucede que si le preguntamos al lugareño de algún pequeño pueblo nos dirá que el vino que hacen ellos es el mejor y que nada tiene que ver con las mariconadas esas que nos venden tan caras y que no saben a nada. El vino que normalmente se elabora en esas condiciones suele ser un vino incorrecto y de una calidad menos que aceptable, lo que ocurre es que ellos han aprendido a que ese es el vino bueno y si lo comparan un vino correcto, no se parecen en nada, les resulta flojo.
¿A qué viene todo esto? Bueno, si trasladamos el ejemplo del vino al diseño gráfico vemos que ocurre exactamente lo mismo. En este país la cultura de diseño es un tanto raquítica y desde la aparición de los ordenadores en este campo, ha supuesto un despropósito en contra del diseño. Todo el mundo tiene acceso a los ordenadores y a los programas de diseño. Después de un montón de años de encargarse de la imagen corporativa de las empresas el cuñado mañoso o el sobrino listísimo que maneja todo lo que le pongas, se ha creado una cultura de diseño mediocre que curiosamente los empresarios tienden a reclamar para su empresa. Lo bien hecho les resulta flojo y lo creativo maricón.
Bueno señoras y señores, esto es lo que hay, un montón de mediocres creando basura y otro montón de mediocres comiéndosela con gusto. ¡Bon appetit!
Por todo esto es por lo que siempre digo que en realidad los verdaderos artífices del buen diseño son en realidad los empresarios que confían su imagen a verdaderos diseñadores y si no fuese por ellos, por los empresarios cultos, esto sería un trabajo de cuñados y sobrinos.





Para ilustrar un poco todo esto, os dejo un ejemplo que no tiene desperdicio.

Tengo que darle las gracia sa mi compañero Miguel por su valiosa aportación.

2 comentarios:

John Wayne dijo...

Pues yo creo que ese tipo de rabajo también es necesario. Supongo que la escasa calidad estará ligada a la escasa o nula remuneración, lo contrario si que sería sorprendente. El consumidor, en este caso el cliente, puede elegir, y si elije al sobrino mañoso porque quiere eso.
Y digo que es necesaria, como necesarios son los merenderos. No imagino a Albacete lleno de «Callejones» y exento de «Sangineses». Porque un merendero debe ser barato, y quizás con ese panfleto ha cumplido su objetivo que es informar de sus productos, no de su calidad. Lo que resulta incongruente es ver que restaurantes con una cocina excelente descuidan su diseño y lo dejan en manos incompetentes.¿Harían lo mismo con sus fogones? La imagen de una empresa debe ser la cara de la propia empresa, y por lo tanto, debe ir en consonancia con lo que en ella nos ofrecen. El San Ginés vende chuletas a la brasa sin alardes y sobre Manuel de papel,y eso queda claro viendo su publicidad, sin haber ido en la vida.
Lo que es preocupante es cuando ves aberraciones de ese calibre y además enteras que pagado ello. Claro que también la gente hace cola en el McDonald's, donde además de adquirir caro un producto de baja calidad, hay que pagarlo antes de que lo sirvan.
Bon apetit.

John Wayne dijo...

*Manuel de papel= mantel de papel. El corrector del móvil debe inspirarte para otra entrada de tu excelente blog. Espero ansioso. Un abrazo.